Heyerdahl sostenía que pobladores procedentes de Sudamérica podrían haber llegado hasta la Polinesia ya en tiempos precolombinos y su propósito era demostrar la posibilidad de que el poblamiento de la Polinesiase se
hubiese llevado a cabo por vía marítima, desde América del Sur, en balsas idénticas a la usada durante la expedición y movidas únicamente por las mareas, las corrientes y la fuerza del viento, que es casi constante, en dirección este-oeste, a lo largo del Ecuador. No obstante, la expedición dispuso de ciertos elementos como una radio, relojes, mapas, sextantes y cuchillos, aunque los mismos no fueron relevantes a la hora de probar que una balsa como la utilizada podía realizar la travesía.
La expedición Kon-Tiki fue financiada mediante préstamos y contó con donaciones de parte del ejército de Estados Unidos. Heyerdahl viajó tiempo antes a Perú donde, junto con un pequeño grupo de personas y dentro del espacio provisto por las autoridades nacionales, se dedicó a la construcción de la balsa. Para ello, se emplearon troncos de madera balsa y otros materiales autóctonos, y se mantuvo el estilo de construcción indígena tal como se observó en las ilustraciones dejadas por los conquistadores españoles.
El libro Kon-Tiki, que Heyerdahl escribió relatando las peripecias de la expedición, fue un best-seller y se tradujo a 66 idiomas, y la película que se filmó ganó un Oscar al mejor documental en 1951.
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