viernes, 23 de diciembre de 2016

Sucedió hace 30 años

Un hombre y una mujer norteamericanos, Dick Rutan y Yeana Yeager, logran uno de los últimos récords que quedaban todavía por conquistar en la historia de la aviación: 

Dar la vuelta al mundo sin escalas y sin repostar combustible en 9 días, 3 minutos y 44 segundos.





El Voyager es un frágil avión con aspecto de extraño insecto, de sólo 1.000 kilos de peso, con él recorrieron 26.000 millas en nueve días antes de aterrizar en el desierto de Mojave, en California. Dick Rutan, de 48 años, y su compañera, Yeana Yeager, de 34, abandonaron el Voyager por su propio pie tras permanecer algo más de 216 horas comprimidos en un espacio algo más pequeño que una cabina telefónica y aguantar tifones, tormentas, fuertes vientos, averías mecánicas, un ruido ensordecedor, calambres y una fatiga prolongada que estuvieron a punto de hacer fracasar su histórico vuelo.

Los dos pilotos, que se habían turnado al mando del avión tratando de descansar -nunca más de tres o cuatro horas seguidas de sueño- en un estrecho nicho moviéndose como contorsionistas, estuvieron a punto de fracasar en su intento 12 horas antes de alcanzar su base de partida. Un problema en el suministro de combustible al motor trasero (el avión tenía dos motores, y el delantero sólo se utilizó prácticamente en el despegue y en los momentos más difíciles de la misión) hizo que se quedaran durante unos minutos sin energía propulsora, perdiendo altura peligrosamente. Algo de gasolina entró también en la cabina. Pero finalmente consiguieron arrancar de nuevo el motor.

Miles de personas acudieron al amanecer a la base de Edwards para recibir al Voyager, un avión de apariencia endeble, que consiguió escapar del tifón Margeal volar sobre el Pacífico. Rutan, que ha realizado el 80% del pilotaje durante la misión, consiguió aprovechar los vientos de cola generados por la tormenta para ganar velocidad (el avión, sin presurización en la cabina, ha volado a una media de unos 250 kilómetros por hora y a unos 3.000 metros de altura).

Hubo un momento en que el Voyager tuvo que dar la vuelta para evitar los fuertes vientos. Las dudas sobre si llegaría el combustible para acabar el vuelo, realizado fundamentalmente sobre los océanos -los instrumentos de a bordo midieron erróneamente-, amenazaron el récord. El martes, sobre el Caribe, fuertes vientos dieron la vuelta al avión zarandeando a sus ocupantes. Rutan perdió durante unos minutos el control del avión y se temió que Yeager hubiera resultado herida por los golpes sufridos contra la cabina. En algunos momentos el cansancio hacía que los pilotos no respondieran a las órdenes más simples radiadas desde tierra. Cuando volaban sobre África se olvidaron de realizar un cambio de aceite en el motor trasero, que se recalentó peligrosamente.

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