jueves, 17 de diciembre de 2015

La piedra del Sol

Hace 225 años, el 17 de diciembre de 1790, en el costado sur de la Plaza Mayor de la ciudad de México, durante los trabajos de nivelación de la misma, se encuentra la "Piedra del Sol", también llamada "Calendario Azteca" o "Calendario del Sol".


Según testimonios orales recopilados por Fray Diego Durán en su Historia de las Indias de Nueva España, 42 años antes de la caída de Tenochtitlan, se empezó a tallar el Calendario Azteca o Piedra del Sol. Según estos testimonios fue el emperador Axayácatl quién la mandó hacer junto con un recinto para colocarla que se llamó Cuauhxicalco. La piedra de roca basáltica fue tallada por un artista llamado Técpatl.

La piedra del sol mide 3.60 metros de diámetro y 98 centímetros de lado, pesa más de 24 toneladas y es una prueba de la enorme importancia que los aztecas daban al tiempo y la exactitud con que lo medían aunque –de acuerdo a las investigaciones del Instituto Nacional de Antropología e Historia, INAH- no fue usado como calendario.

La piedra permaneció en ese lugar hasta agosto de 1521 cuando, durante el reinado de Moctezuma, Hernán Cortés mandó quitar los ídolos paganos. Durante los siguientes 38 años, los primeros de la Época colonial el calendario permaneció a la intemperie a un costado de la Plaza Mayor, hoy el Zócalo. En ese punto, 1559, se cerraba un ciclo azteca de 52 años por lo que los españoles, temiendo que se reavivaran los ritos paganos, mandaron enterrar la piedra con la parte labrada hacia abajo.

Doscientos treinta y un años después, el 17 de diciembre de 1790, se redescubrió la Piedra del Sol. Según las crónicas de Antonio de León y Gama "casi tocaba la superficie de la tierra, la que se veía por encima sin labor alguna, pero en la parte de abajo que asentaba en la tierra, se descubrían varias labores". El hallazgo se hizo cuando se estaba igualando el suelo de la Plaza Mayor y construyendo ductos para las aguas subterráneas. La Piedra del Sol se entregó a los responsables de catedral en forma temporal y seis meses después en agosto de 1791 el virrey Revillagigedo decretó se tomaran las medidas necesarias para garantizar su perpetua conservación como parte de los "monumentos preciosos que manifiestan las luces que ilustraban a la nación indiana en los momentos anteriores a su conquista". Su nuevo emplazamiento, en el que permaneció por casi cien años, fue en el exterior de la torre poniente de la Catedral metropolitana; en 1887 se trasladó al Museo Nacional situado en la calle de Moneda. Fue colocada en la Galería de los Monolitos inaugurada por Porfirio Díaz.

El 27 de junio de 1964 se trasladó al Museo Nacional de Antropología, allí se situó en la Sala Mexica sostenida en una base de mármol en donde aún puede ser admirada.

Existen numerosas interpretaciones sobre los símbolos de la Piedra del Sol la explicación que da el INAH en la sala en donde se exhibe es:

“En el centro aparece la imagen del Quinto Sol, Nahui Olin o Cuatro Movimiento y el rostro de Tonatiuh, dios del Sol, con la particularidad de que se le representó con la mitad inferior del rostro descarnada y la superior encarnada, lo que simboliza la vida y la muerte.
A su vez, en cada una de las esquinas del signo Olin aparece el nombre de los otros cuatro soles: Nahui Océlotl (Cuatro Jaguar), Nahui Atl (Cuatro Agua), Nahui Quiáhuitl (Cuatro Lluvia) y Nahui Ehécatl (Cuatro Viento). Según la mitología nahua del Posclásico el mundo, tal y como lo conocemos actualmente, ha pasado por distintas eras de creación y destrucción. Ellos relacionaron cada una de ellas con un sol en particular. En una de las versiones del mito, la última era fue destruida por una gran inundación. El Quinto Sol, que según los nahuas es la era actual, terminará por grandes terremotos.
El resto de los elementos iconográficos que decoran la Piedra del Sol están distribuidos a partir de círculos concéntricos. Alrededor del centro aparecen los 20 signos de los días, los cuales al combinarse con 13 numerales formaban un ciclo de 260 días también llamado Tonalpohualli. Luego aparecen signos solares y por último la representación de dos serpientes de fuego que rodean el disco y cuyas cabezas se encuentran, frente a frente, en la base de la imagen”.




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