domingo, 8 de mayo de 2016

Hace 114 años de la erupción del volcán Monte Pelado

El 8 de mayo de 1902 el volcán Monte Pelado en la isla de Martinica, entra en erupción cataclísmica devastando la capital Saint Pierre y matando a sus cerca de 30.000 habitantes por asfixia e incineración. Sólo se salvan dos personas. Una de ellas es un condenado a muerte que permanece en prisión y cuyos recios muros aguantan bien el torrente de ardiente lava. En el puerto varios barcos son alcanzados por la nube piroclástica resultando sus tripulaciones muertas.



La historia tristemente célebre de este volcán ha dado lugar a que algunos geólogos se dedicaran áa estudiarlo y aún formularan nuevas hipótesis sobre los fenómenos volcánicos. Según Mr. Arthur Taquín las manifestaciones de la actividad volcánica se deben a un aumento de la intensidad eléctrica en una región del globo provocando la fusión de las rocas y la electrólisis del agua contenida en la tierra. Dicha hipótesis es rebatida en la Revue Scientifique por M r. Lapparent fundándose entre otras razones en que en pleno Pacífico existe el volcán Mauna Lo a en la isla Hawaii de más importancia él solo que todos los demás volcanes por la cantidad de los productos que arroja: tiene una altura de más de 4.000 metros sobre el nivel del mar y el fondo de éste en aquellos parajes se halla á 3.000 ó 4.000 metros de profundidad: está formado por capas de lava superpuestas, habiendo evaluado su volumen el Sr. Lowthian Green, en cerca de 300.000 kilómetros cúbicos.

Desde lo alto de sus 1397 metros, el Monte Pelée (Pelado) domina la isla francesa de la Martinica, en las Antillas Menores. Este estratovolcán, que comenzó a formarse hace unos 300,000 años, se extiende en una superficie de 120 km², al norte de la isla. Atrae a numerosos visitantes locales y extranjeros, que recorren sus faldas, siguiendo senderos balizados y mantenidos por las autoridades. En el transcurso de su ascenso, los excursionistas pueden apreciar los fantásticos relieves y la prodigiosa biodiversidad del volcán, revestido de diferentes tipos de bosques y sabanas.

Llegados a la zona de la cumbre, descubren allí varios domos de lava, producidos por erupciones sucesivas, y un cráter de pendientes abruptas. En este entorno frio, batido por los vientos y a menudo nuboso, crece principalmente una densa sabana, compuesta por pequeños arbustos y hierbas. Sin embargo, en el fondo del cráter, la hondonada del Estanque Seco revela helechos arborescentes y extrañas palmeras, creando un paisaje digno del Mundo Perdido de Arthur Conan Doyle.

La tranquilidad que reina, hoy, en estos parajes, no debe engañarnos: el volcán Monte Pelado es activo y potencialmente peligroso. Desde hace siglos, los hombres son sometidos a sus humores, a veces terribles. Las excavaciones realizadas en el vasto sitio arqueológico de Vivé, al noreste de la Martinica, mostraron que el asentamiento fue abandonado por sus habitantes luego de una erupción que se produjo alrededor del año 280 d. C.




El volcán experimento otros accesos de furia durante la época precolonial. Uno de ellos tuvo lugar muy poco tiempo antes de la instalación de los franceses, en 1635; le valió al coloso, cuya vegetación había sido devastada, su nombre actual de Monte “Pelado”. En 1792, el mismo experimentó dos explosiones freáticas, sin grandes consecuencias. Se tornó más amenazante en 1851, haciendo caer lluvias de cenizas en los pueblos de Le Morne-Rouge y Le Prêcheur, y en la ciudad de Saint-Pierre, la capital económica de la isla, apodada el “Pequeño Paris de las Antillas”.

Pero la erupción más trágicamente famosa del Monte Pelée ocurrió tal día como hoy en 1902. Ese año, después de semanas de fenómenos preocupantes pero mal entendidos entonces, una titánica explosión retumbo en la cumbre del volcán. En los segundos que siguieron, una onda choque y un flujo piroclástico asolaron Saint-Pierre, matando a más de 28 000 personas. Este cataclismo causo estupor en el mundo. En Francia, además de múltiples acciones de beneficencia, un comité oficial de asistencia y auxilio fue creado, y una suscripción nacional fue organizada.

Por otra parte, Estados Unidos, Rusia, los Países Bajos, el Reino Unido, e incluso Alemania, que mantenía entonces una dura rivalidad con Francia, aportaron una ayuda humanitaria. No obstante, el volcán no había terminado su obra de destrucción y muerte: después de ese fatídico 8 de mayo, escupió varios flujos piroclásticos más. El 30 de agosto, uno de ellos mato a unas 1400 habitantes de los municipios de Le Morne-Rouge, L’Ajoupa-Bouillon, Basse-Pointe y Le Lorrain.


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