Hoy 17 de diciembre se cumplen 20
años de la muerte de Ana Orantes (la mujer que acudió a Canal Sur a
denunciar que su marido la maltrataba y que fue asesinada trece días
después).
Por este motivo, su hija Raquel le dedica esta emotiva carta:
Hola, mamá.
Te escribo en la distancia y pasado el
tiempo, pero con la esperanza de que mis palabras lleguen de alguna
manera a ti.
Hace ya 20 años que te arrancaron de
nuestras vidas. Un desgraciado 17 de diciembre que ha marcado
nuestras vidas de tu ausencia y ha llenado de lágrimas cada día. Me
gustaría decirte que tu testimonio, ese con el que rompiste un
silencio para denunciar un matrimonio de más de 40 años de
maltrato, ha quedado marcado en la memoria de un país que hoy en día
te recuerda; que muchas mujeres ven reflejado su dolor en tu dolor;
que gracias a ese acto de valentía impulsaste, por fin, la creación
de una ley integral contra la violencia de género; y que, en muchos
casos, denuncias como la que tú realizaste no quedan impunes.
Me gustaría contarte que ni una mujer
más ha tenido que abandonar su hogar, como lo hacías tú cuando tu
agresor rompía en cólera, con todos nosotros avanzando delante de
tu partida. Me gustaría contarte que las sentencias son justas, que
los jueces no las siguen “interpretando”. Que al igual que tú,
ninguna mujer tiene que convivir con su maltratador, que ninguna
mujer, aunque haya roto la relación, tiene que vivir con el miedo de
que en cualquier momento su agresor entre en casa. Que ningún hijo o
hija tiene que permanecer alerta en sus sueños como lo hacíamos
nosotros.
“Aún recuerdo con angustia cómo,
ante cualquier ruido, me levantaba con ese bate de béisbol que
antaño sirvió para el juego, y que transformé en un arma de
defensa. Con el número de la policía siempre a mano. Con la desazón
de dejarte en muchos momentos sola porque tenía que trabajar. Tu
angustia era la mía, cada mañana y cada noche”
Me encantaría decirte que todo ha
cambiado. Que hay voluntad política, que las movilizaciones sociales
son a una, y que todas las personas que trabajan para que se
erradique la violencia hacia la mujer han conseguido avanzar. Ojalá
decirte que hoy en día hijos e hijas de mujeres valientes como tú
no somos los grandes olvidados de la barbarie.
Desearía contarte que nos protegen,
que ya ningún niño ni niña llora en silencio su desgracia,
acurrucados como lo hacía yo en la soledad gris y triste de su
habitación. Que esos críos ya no son maltratados, mutilados
psicológicamente, arrancados de sus hogares, asesinados en muchos
casos...
Pero, mamá, eso no es así. Las
víctimas, palabra que no me gusta porque somos supervivientes de la
violencia -y tú lo sabes mejor que nadie-, siguen siendo las
mismas. Siguen asesinando con impunidad; seguimos siendo,
desgraciadamente, ciudadanas de segunda; y ley, hoy por hoy, no ha
conseguido todo lo que debería.
Sabes que nuestras vidas, como hijos,
nunca ha sido fácil. Presenciamos demasiadas peleas y
agresiones; muchas de ellas, en carne propia. Sufrimos tanta
hostilidad y desprecio de una persona que, se suponía, te quería,
nos quería, pero que nos consideraba tan sólo objetos de su
dominio, juguetes que manejaba a su antojo. Un ser destructor,
autoritario, frío y agresivo en casa, pero gentil y agradable de
puertas para afuera. Como decía tu padre, mi abuelo, un “candil
de puerta ajena”. Alguien que no mostraba su verdadera faceta,
alguien a quien desde bien pequeña no he tenido más que miedo,
pavor y, aún sin saber muy bien por entonces su significado,
desprecio.
Desprecio por todos esos malos gestos
contigo y con nosotros, por esas agresiones que jamás nadie debe
recibir de un padre o de un marido. Nuestra infancia se reduce a
aquella que disfrutamos a ratos a tu lado, cuando él, a quien no
considero padre, se alejaba. Esas temporadas en las que permanecía
fuera varios meses, VIVÍAMOS, respirábamos, corríamos por las
calles, sin el temor de que llegara. Disfrutábamos tanto... ¿verdad,
mamá? De nuestra complicidad, de nuestras escapadas al centro de
Granada. También recuerdo las visitas a tu madre, nuestra abuela, la
que nos comía a besos y nos contaba historias; a la que veíamos y
disfrutábamos tan poco... Un aislamiento impuesto que te
separaba de todos aquellos a los que queríamos y que nos querían:
tíos, abuelos, hermanos
Te echo tanto de menos, mamá. Me haces
tanta falta... En mis decisiones, en mi camino, en mi vida. Has sido
y serás la mujer mas valiente y honesta que he conocido. Me has
inculcado valores, y me has educado desde el respeto y el cariño.Has
sido capaz de sacar adelante a tus 8 hijos, y has logrado que seamos
hombres y mujeres de bien, como tú siempre has querido. Con el
orgullo de un apellido, ORANTES, que significa todo.
Cuanto daría, mamá, por que siguieras
aquí. Me imagino cuántas veces levantaste tu mirada hacia ese arco
de Elvira que vio tu infancia y adolescencia pasar, cuántas veces te
perdiste por las callejuelas de Granada. Cuántas veces bebiste en
esa fuente que antaño calmaba la sed de los comerciantes que
convivían en una calle ahora tan diferente... Cuántas te quedaste
rendida, dormida cerca de la pequeña tienda que tu madre regentaba
para sacaros a ti y a tus 5 hermanos adelante.
Cuántas noches en vela perfilando las
mantillas que lucen las mujeres en Semana Santa, cosiendo para poder
llevar ese vestido de domingo que soñabas. Tan coqueta y femenina,
tan llena de energía. Cuántas ilusiones acogería tu alma, cuántas
añoranzas y risas derrochaste en esos tiempos en los que eras solo
esa niña que crecía ajena a la desdicha y la sinrazón de su
futuro. Cuánto daría por haberte librado de tanto sufrimiento.
A veces recorro la calle Elvira, donde
naciste, y el barrio en el que te criaste, y cada vez lo disfruto
más. Antes me inundaba la tristeza, pero ahora te imagino y me
llenas el alma de tanto amor y tanta dicha de haberte tenido en mi
vida que por un momento siento que estás aquí y sigues a mi lado.
Mujer valiente donde las haya, mujer con principios. Ojalá
estuvieras aquí para poder escribir ese libro que querías, porque
como tú decías, tenías experiencias para hacerlo. Te extraño cada
día,estás en mí y eso me consuela pero daría mi vida por otro
último abrazo tuyo. Te echo de menos y siempre estás en mi
pensamiento y en mi corazón. Hasta que nos volvamos a encontrar...
Te quiero, mamá.
Ana Orantes fue asesinada (quemada
viva) por su ex marido el 17 de diciembre de 1997, 13 días después
de denunciar en televisión 40 años de maltratos.
Cuando Parejo asesinó a Orantes
llevaban dos años separados, pero la sentencia de divorcio impuso
que compartieran la misma casa. El asesino no solía estar en casa,
ya que convivía con otra mujer, pero regresaba esporádicamente. Lo
hizo después de ver el testimonio de la mujer en Canal Sur, donde
contó la historia de 40 años de agresiones.
"Ninguno de los ocho hijos del
matrimonio formado por Ana y José Parejo quiso hablar con los
periodistas. Camino de la capilla, tan solo se oyó a una de las
hijas de la difunta preguntar: ¿De qué han servido tantas
denuncias?"
Las denuncias de la mujer no sirvieron
para protegerla del asesino, que fue condenado a 17 años de cárcel.
Murió en prisión en 2004 debido a un infarto. El carácter
mediático del caso fue el detonante para que cambiase la percepción
de la violencia machista. El Gobierno reformó el Código Penal en
1999, dos años después del asesinato de Orantes, estableciendo las
órdenes de alejamiento y considerando la violencia psicológica como
delito.
Se dio otro paso en 2004 con la Ley
Integral contra la Violencia de Género y otro más en el
reconocimiento de los derechos de las mujeres en 2007, cuando
fue aprobada la Ley para la Igualdad Efectiva entre Hombres y
Mujeres. Entonces, diez años después del asesinato, la magistrada
del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía Inmaculada Montalbán
Huertas publicó la tribuna en EL PAÍS Desde Ana Orantes: "Diez
años después de Ana Orantes se puede afirmar que el maltrato sobre
las mujeres en el ámbito familiar preocupa al mundo jurídico,
preocupa a la sociedad y se ha convertido en una prioridad de la
agenda política española".
Otros diez años después, casi veinte
desde su asesinato, la violencia machista sigue dejando víctimas en
España. En 2016 fueron asesinadas 44 mujeres. En 2017, a 29 de
septiembre, ya habían asesinado a 38 mujeres. Solo ocho de ellas
habían denunciado.
¿Hasta cuándo???
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